
Así operaban en Sudamérica los espías rusos que fingieron ser una familia y acabaron frente a Putin en Moscú
Los agentes usaron partidas de nacimiento reales de personas fallecidas y hasta instalaron antenas en Buenos Aires para comunicarse con Moscú sin dejar rastro.
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En 2024, un avión a Moscú significó el final de una misión secreta que empezó hace más de diez años antes en Buenos Aires. En ese vuelo iban Artem Dultsev y Anna Dultseva, con los nombres falsos de Ludwig Gisch y María Mayer, junto a sus dos hijas e hijos, quienes acababan de enterarse de que sus progenitores eran espías rusos.
Durante años, la pareja se infiltró en la sociedad argentina y, posteriormente, en la europea. En ese tiempo, la familia construyó una “leyenda” con documentos falsos, matrimonios que no fueron reales y contactos en lugares importantes. Su historia, que empezó en Sudamérica y acabó con Vladimir Putin, mostró una red global de espionaje secreto donde América Latina tiene un papel central.
¿Cómo crearon su identidad falsa los espías rusos y sostener su fachada en Argentina?
Los agentes rusos entraron a Argentina con identidades cuidadosamente diseñadas. Ludwig dijo ser hijo de una madre argentina fallecida y un padre austríaco. María afirmó haber nacido en Grecia y crecido en México. Usaron papeles auténticos de personas ya fallecidas y partidas de nacimiento válidas. Con eso, hicieron una historia que no fue real, pero que la ley aceptaba.
Celebraron su matrimonio en Buenos Aires, pese a que ya estaban casados en Rusia, con el fin de consolidar su nuevo estatus y obtener la ciudadanía argentina. Luego, tuvieron dos hijos en el país, Sofía y Daniel, y se establecieron en el barrio de Belgrano, donde mantuvieron un perfil bajo. Al mismo tiempo, instalaron antenas no registradas y enviaron a Moscú información sobre padres y madres de compañeros escolares vinculados a la industria energética.
¿Por qué América Latina se ha convertido en un destino estratégico para que agentes rusos construyan sus fachadas?
Expertos coinciden en que América Latina ofrece condiciones propicias para la creación de leyendas: baja vigilancia estatal, registros civiles con menor control digital y entornos sociales donde las historias de vida fragmentadas no generan sospechas.
Se han detectado casos similares en Argentina, Uruguay, Perú, Colombia, México y Nicaragua. Tras el endurecimiento de los filtros migratorios en Canadá, la región se volvió crucial para los servicios de inteligencia rusos que buscan generar identidades limpias para infiltrar agentes en Europa o Norteamérica. La fachada se construye aquí, pero el objetivo está mucho más lejos.