Científicos observan en América Latina que unos monos han comenzado a secuestrar a las crías de otras especies para llevarlas como adornos
Un equipo de investigadores registran un comportamiento animal inusual entre monos capuchinos, que afecta a crías de primates. Sugieren que la conducta sea algo parecido a una moda entre ellos.
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En la remota isla de Jicarón, en la costa del Pacífico panameño, un grupo de monos capuchinos ha desarrollado una conducta desconcertante que intriga a los expertos. Durante 15 meses de observaciones mediante cámaras trampa, los científicos documentaron un fenómeno jamás registrado en la naturaleza: el secuestro de crías de monos aulladores por parte de capuchinos machos, quienes cargaban a los bebés como si fueran accesorios.
La investigación de la ecóloga del comportamiento Zoë Goldsborough, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, plantea que esta conducta extraña de monos capuchinos podría ser una forma de expresión cultural, una moda sin beneficio aparente, que se transmite socialmente entre individuos del grupo.
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La moda de los monos capuchinos
Todo comenzó cuando un capuchino identificado como “Joker” fue grabado en 2021 con una cría de aullador adherida a su pelaje. No mostraba signos de agresión ni cuidado, simplemente la cargaba. Al revisar los registros, los investigadores notaron que Joker había llevado hasta cuatro crías diferentes en distintos momentos. Más tarde, otros cuatro capuchinos adoptaron la misma conducta.

Una cría de mono aullador trepa al lomo de un mono capuchino macho. Foto: Instituto Max Planck
En total, se contabilizaron 11 crías de monos aulladores cargadas por cinco capuchinos distintos. Lo llamativo es que todos eran machos y que ninguno mostró señales de adopción o protección. No había juegos, ni intentos de alimentación o limpieza. El único patrón evidente era el acto de cargar al bebé, como si se tratara de un símbolo de estatus o un objeto decorativo.
Este fenómeno ha sido comparado con otras modas en primates, como las orcas que se colocan salmones sobre la cabeza o los chimpancés en Zambia que introducen hierba en sus oídos. Son conductas sin finalidad aparente, compartidas por individuos del grupo, y consideradas manifestaciones de cultura en especies no humanas.
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¿Qué pasó con las crías secuestradas?
El destino de las crías es sombrío. Cuatro fueron halladas sin vida, mientras que las demás se presume murieron por inanición. La actitud de los capuchinos no reflejaba ni apego ni agresividad. Simplemente, abandonaban a los bebés tras un periodo variable.

Un mono capuchino usando herramientas con un mono aullador aferrado a su costado. El aullador tiene solo uno o dos días de vida. Foto: Instituto Max Planck
Este secuestro de crías de monos no encaja en los patrones conocidos de cuidado interespecífico. Casos de adopción entre distintas especies han sido documentados, pero suelen involucrar a hembras, no a machos, y en contextos donde existe vínculo emocional o funcional. Aquí, lo que los investigadores observaron fue una práctica sin motivación biológica evidente.
El aburrimiento de los monos
La explicación más plausible que proponen los investigadores es el aburrimiento. En Jicarón, los capuchinos viven sin depredadores ni grandes amenazas. Su entorno es seguro, abundante en recursos, y libre de competencia significativa. Esta falta de estímulos podría estar fomentando la aparición de comportamiento animal inusual, tal como se ha documentado en humanos y otros animales en condiciones similares.
"Una de las razones por las que nuestro descubrimiento despierta tanto interés es porque nos ofrece un espejo de nosotros mismos. Los humanos solemos intentar compararnos con otros animales para encontrar similitudes y diferencias, y esto suele centrarse en cualidades positivas (por ejemplo, el lenguaje, el uso de herramientas, la empatía)", afirmó Goldsborough.