Un inusual caso de narcotráfico animal sorprendió a las autoridades de Costa Rica esta semana. En la cárcel de Pococí, ubicada en Roxana, provincia de Limón, los oficiales penitenciarios interceptaron a un gato con droga que llevaba pegados a su cuerpo dos paquetes con sustancias ilícitas. El felino fue detectado en una zona boscosa cercana al penal y rápidamente se activó el protocolo de seguridad.
Según informó el Ministerio de Justicia y Paz de dicho país, el operativo ocurrió cuando un agente en uno de los fortines visualizó al gato merodeando la zona verde del centro penitenciario. Al notar un comportamiento extraño, dio la alerta. Gracias a la rápida intervención, los oficiales lograron capturar al animal y decomisar el contenido que transportaba.
En total, se incautaron 235,65 gramos de aparente marihuana y 67,76 gramos de posible pasta de crack, además de dos pliegos de papel para fabricar boletas. La maniobra criminal consistía en adherir la droga al cuerpo del gato mediante cintas, de forma que el animal pudiera movilizarse sin levantar sospechas. Este tipo de prácticas no es nueva en los centros de reclusión de América Latina, donde se han registrado intentos similares con otros animales, como palomas o incluso drones.
En este caso, el destino era el interior del penal de Pococí, pero la vigilancia oportuna evitó que los estupefacientes llegaran a manos de los reclusos. El Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) fue llamado para intervenir y brindar asistencia veterinaria al felino. Los profesionales retiraron cuidadosamente las cintas y los paquetes sin provocar daño a la piel del animal. Tras el procedimiento, la Policía Penitenciaria aseguró los envoltorios como evidencia para los trámites judiciales correspondientes.
El ingenio del narcotráfico no conoce límites. Además de animales terrestres como los gatos, las organizaciones criminales también recurrieron al uso de aves para movilizar sustancias prohibidas. En 2013, se reportó uno de los primeros casos de uso de palomas mensajeras en Argentina. En ese entonces, una banda de narcotraficantes amarraba tubos plásticos con pequeñas cantidades de marihuana a las patas de estas aves, que luego eran liberadas para hacer entregas puntuales dentro de barrios o incluso cárceles.
En Costa Rica, un episodio similar ocurrió en 2015, cuando las autoridades detectaron a una “narco paloma” en la cárcel La Reforma, ubicada en Puntarenas. El ave portaba 14 gramos de marihuana y cocaína pegados a su pecho, y fue descubierta mientras descansaba en el patio del recinto penal.